Uruguay, país pequeño situado en la zona templada del planeta, logró a partir de 1870 un rápido crecimiento económico al consolidar un modo de producción capitalista impulsado por la inserción (tardía) en el sistema mundial como proveedor de productos primarios, esencialmente pecuarios, rol que lo caracterizó desde los tiempos de la colonia.
El sostenido crecimiento de la
ganadería, actividad productiva fundamental, ocurrió luego de la liquidación de
la economía pre capitalista (vigencia de los derechos de propiedad en el campo,
implantación del alambrado, expulsión del gauchaje y asentamiento de la mano de
obra asalariada) y se debió a la coincidencia de dos conjuntos de factores:
- en lo interno, las condiciones naturales (suelo, clima), la reducida población y las bajas exigencias en materia de capital y de nivel tecnológico, ambos factores escasos en Uruguay, determinaron que el sector ganadero extensivo pudiera producir en condiciones de competencia con el exterior.
- en lo externo, el desarrollo de la navegación transatlántica, la mejora de los métodos de conservación de la carne por el desarrollo de la refrigeración y el aumento de los niveles de consumo de la población europea resultado de la expansión económica.
Pero el crecimiento se agota al
estancarse la ganadería: hacia la década del veinte la tasa de beneficio que
decrecía debido al aumento del capital constante llega a valores bajos que
prácticamente implican una reproducción simple (no ampliada) del circuito de
producción, por la ausencia de re inversión en el sector. En la demanda exterior,
el otro pilar del proceso de crecimiento, la multiplicación de la oferta de
productos primarios más la decadencia del principal cliente, Gran Bretaña,
cierra una fase histórica de crecimiento del capitalismo uruguayo. La depresión
comienza en 1913 a partir de la crisis financiera internacional y la
concomitante disminución de la demanda de productos primarios en los mercados
europeos. La caída de los precios implicó una brusca disminución de la riqueza
generada por el sector ganadero, que alcanzó casi el 50% entre 1913 y 1916. El
volumen de las exportaciones, pilar del modelo agro-exportador, se estancó
durante los años de la primera guerra mundial aunque los precios internacionales
subieron durante el conflicto. Recién en 1925 la ganadería podrá superar los
niveles que tenía antes de la crisis.
La disminución de los ingresos de
las exportaciones pecuarios volvió a demostrar la dependencia del resto de los
sectores de la economía uruguaya de esos ingresos: la crisis contrajo un 15% el
producto industrial y esto a pesar de las leyes proteccionistas del primer
batllismo, la agricultura sufrirá una menor caída y una más rápida
recuperación.
La crisis trajo aparejada, en un
mecanismo que no por repetido merece dejar de ser comentado, una fuerte
desocupación y la brusca disminución de los salarios reales que llegan a
reducirse un 31,5% entre 1912 y 1917. No disponemos de datos acerca del capital
físico que permita evaluar la destrucción del mismo en el período.
El estancamiento
de la producción en volumen físico del país llega hasta 1923 pero las
consecuencias se arrastran más años, agravado luego por el crack bursátil del 29
en Estados Unidos y su onda expansiva.
Uruguay desde principios de los
años 30 cambió su estructura económica con la aparición de una industria
protegida, principalmente sustitutiva de importaciones, que impulsó el
crecimiento a la vez que mantenía una base ganadera en proceso de estancamiento.
La ganadería extensiva era el sector en cuya producción el país se especializaba
y que generaba excedentes, en parte apropiados por empresarios extranjeros en la
comercialización, en parte retenidos por los grandes propietarios ganaderos pero
que no tenían posibilidad de ser re invertidos con rentabilidad en su propio
sector. De la conjunción de este problema y de la situación mundial (que
determinó que los países desarrollados, enfrascados primero en graves crisis
económicas y luego en una conflagración mundial, disminuyeran o dejaran de
suministrar productos industrializados, por lo cual un proceso similar de
sustitución de importaciones tuvo lugar en muchos países del ahora tercer mundo)
surgió la posibilidad de desarrollar una industria propia donde ubicar los
excedentes con rentabilidad.
Entre 1945 y 1955 se obtuvieron
altas tasas de crecimiento en la economía nacional en el marco de la política de
sustitución de importaciones, de acuerdo a los registros históricos las tasas
fueron las más latas del siglo. En este sentido las políticas fueron exitosas
tanto en lo que se refiere al crecimiento como en la mejora de la distribución
de la riqueza.
El proceso de acumulación generó un
exceso de inversión en capital constante, específicamente capacidad industrial,
sin desarrollar en el caso uruguayo una industria propia de medios de producción
por lo que la dependencia de la tecnología extranjera se incrementó. Disminuyó
la tasa de beneficio en el sector, con dificultades para incrementar su
producción por el pequeño tamaño interno y la falta de competitividad
internacional, a la vez que el otro sector importante de la economía, la
ganadería, continuó estancada y sin posibilidades de inversión rentable. Si bien
otros sectores agropecuarios crecieron, su peso continuó siendo menor en la
estructura económica nacional.
La caída de la rentabilidad
industrial implicó la detención del proceso de inversión en la industria, los
capitales acumulados al interior del país comenzaron a ser transferidos al
exterior al no encontrar oportunidades de ganancia en los sectores económicos
existentes y al no desarrollarse otros nuevos.
Cesó entonces el crecimiento de la
producción, comenzando a disminuir la ocupación y aumentando la inflación hasta
valores que Uruguay desconocía en su historia reciente. El déficit en la balanza
de pagos se produjo al exceder las importaciones necesarias para el proceso
industrial volcado al mercado interno a las exportaciones ganaderas. Las décadas
de los 60 y principios de los 70 vieron exacerbarse la lucha distributiva
por una decreciente riqueza, con un creciente rol del Estado en la represión de
los trabajadores que llegó a su máximo nivel a partir del golpe de Estado del
73.
Tras prolongados
años de crisis, los mecanismos restauradores del capitalismo comenzarían a
actuar para dar paso a una tímida recuperación y posterior fase de crecimiento.
Numerosos sectores económicos vieron disminuidos u obsoletos sus medios de
producción, muchas empresas quebraron aún cuando conservara el país sus
potenciales ventajas absolutas en algunos sectores. Un nuevo marco
institucional, económico y estructural junto a la fuerte disminución del salario
real permitieron la elevación de la tasa de beneficio.
El análisis de
esta nueva etapa de la economía uruguaya, donde se termina de liquidar el
esquema de sustitución de importaciones y se comienza a desarrollar un modelo
basado en la exportación de productos primarios y prestación de servicios a la
región, se ha realizado por comparación con tres casos seleccionados: Chile,
Nueva Zelanda e Irlanda.
Estos países comparten con Uruguay
muchas características comunes en tamaño, geografía e historia. En todos los
casos atravesaron por una fuerte crisis en los años 80 para retomar el
crecimiento económico con una fuerte intervención del Estado.
Podemos concretar dos conclusiones acerca de las
estrategias de crecimiento económico que se extraen de las tres experiencias
analizadas para su posterior cotejo con el caso uruguayo, conclusiones que son
propias del modelo teórico clásico: la reducción de los costos salariales
unitarios (que involucra salarios, tipo de cambio y productividad) y la
disminución del consumo social permitió el aumento de la generación de
excedentes.
La estrategia de expansión de las exportaciones, ampliando mercados
que permitieran lograr la especialización y economía de escala que el tamaño
del mercado interno dificultaba, logró desarrollar sectores rentables donde
invertir el ahorro interno y el de las empresas transnacionales atraídas por las
ventajas ofrecidas en estos países, ya sea la dotación de recursos naturales o
la de mano de obra calificada o el bajo costo relativo de la mano de obra o el
acceso a mercados o varios de estos factores a la vez, potenciado por las
ventajas fiscales que se otorgaron.
Para lograr estos resultados desde el punto de vista
del crecimiento (y por tanto del beneficio de los empresarios), los tres países
se caracterizaron por el funcionamiento de una economía capitalista con
instituciones y prácticas que facilitaron la acumulación de capital, concretaron
una fuerte apertura comercial complementada con la firma de acuerdos de libre
comercio con países claves como destino de la exportación de sus productos, se
ajustó desde un comienzo la tasa de cambio y se manejó luego de tal manera de
hacer competitiva las exportaciones, se implementó una política laboral
tendiente a flexibilizar las relaciones patronales, la inflación se controló en
todos los casos con la disminución del déficit fiscal. El Estado se achicó en
todos los casos con relación a su peso en la economía nacional cediendo las
áreas rentables a la explotación de capitales privados, desarrolló la
infraestructura apropiada para soportar a los exportadores (puertos, carreteras,
comunicaciones), en la promoción de exportaciones a través de incentivos,
investigación de mercados y otros elementos. También respaldó el proceso de
acumulación de capital modificando los sistemas educativos, coordinó los ámbitos
públicos y privados y transfirió recursos para la investigación científica y el
desarrollo tecnológico en sectores seleccionados por su potencial
exportador.
A partir de las conclusiones de la teoría clásica y
de los casos comparados, retomamos el análisis de la evolución económica
uruguaya: con el fracaso del modelo de sustitución de importaciones ya descrito,
a partir de la década del setenta los sucesivos gobiernos militares y
democráticos reinsertaron el país en la división internacional del trabajo con
un modelo basado en la exportación de productos primarios a los mercados
internacionales complementada con servicios turísticos y financieros a la
región.
El modelo de acumulación que la dictadura militar y
los gobiernos que le sucedieron implementaron en Uruguay tiene características
similares a las descritas en los casos presentados pero presenta fuertes
diferencias en aspectos claves que explican los disimiles resultados
alcanzados.
El tipo de cambio se mantuvo
elevado en casi todo el período, la apertura comercial distó de ser gradual y no
se buscaron mecanismos para mitigar sus efectos inmediatos sobre el tejido
industrial, se mantuvo un déficit fiscal que se pudo financiar mientras existió
crédito internacional pero que supuso la imposibilidad de inversión en
infraestructura en la cantidad necesaria para el crecimiento y que significó una
pesada carga a futuro, no se apoyó la investigación científica y técnica ni aún
la dirigida a los sectores que debían impulsar el crecimiento económico del
país.
La política económica
consolidó la inserción internacional del
país en la nueva división internacional del trabajo como un proveedor de
materias primas y productos alimenticios, complementado en el ámbito regional
con el papel de proveedor de servicios (en especial turísticos y financieros,
últimamente y con éxito que perdura de informática.) En cuanto a lo primero, la
creación de riqueza en el país y su exportación está basada en productos de bajo
contenido tecnológico, con reducida capacidad de generación de empleo, con baja
diversificación, de demanda poco dinámica y de pobre comportamiento de precios.
Por lo segundo depende de la situación de las inestables economías regionales,
en especial la de Argentina con la cuál además es estructuralmente similar.
A la vez las políticas implementadas destruyeron en
forma irreversible parte del tejido industrial, disminuyendo la actividad de la
industria y aumentando su des conexión por la casi completa eliminación de las
escasas ramas proveedoras de medios de producción.
Con la profundización del modelo y el fuerte ingreso
de capitales. Uruguay logró un importante crecimiento económico entre 1990 y
1998 (pero aún menor al de Chile e Irlanda y similar a Nueva Zelanda) para luego
ingresar en una larga recesión que se transformó en una grave crisis en el año
2002, con cifras récord de caída del PBI, desocupación, salida de capitales y
corridas bancarias. La crisis de este fin de milenio y la profundidad con que se
manifiesta es el producto de la confluencia de tres fenómenos:
- la dinámica del sistema económico: la fase de crecimiento de la década de los 90 se agotó en la medida que la inversión en sectores rentables creó un exceso de capacidad y capital fijo a la par que caía la rentabilidad, fenómeno disimulado por la creación del Mercosur y los planes de estabilización que sobre valuaron las monedas de los países vecinos.
- los shocks de demanda provocados por la devaluación brasilera, la crisis argentina y la reaparición de la aftosa entre las principales causas.
- la política económica del período, que disminuyó la rentabilidad de las empresas y no soportó adecuadamente la acumulación, debido a errores de política y al balance de fuerzas entre los distintos sectores capitalistas.
La elaboración de un conjunto de valores que permitan
visualizar con mayor claridad la aplicación de la teoría clásica aquí descrita resulta entonces de especial importancia para la contratación de la misma en un
caso específico. Para ello se hace necesario calcular, con la base teórica
desarrollada por Shaikh y Tonak (1994) y aplicada a los Estados Unidos donde los
autores constataron empíricamente las predicciones de la teoría clásica, valores
para la producción de bienes y servicios productivos y no productivos, tasas de
obtención de excedentes, tasas de beneficio de las empresas y sectores de la
economía, composición orgánica del capital, etc. Historiadores económicos han
avanzado bastante en la estimación de las cifras de la economía uruguaya, pero
aún así es posible que el cálculo de las variables citadas sea dificultoso para
los dos primeros períodos de la historia uruguaya aquí descrito. De todas formas
queda abierta como línea de desarrollo la investigación econométrica,
especialmente para el último período que por su cercanía en el tiempo y por la
crisis en que se hundió el Uruguay despierta el interés explicativo no sólo de
los economistas sino el de toda la población del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario